jueves, 5 de junio de 2008

"DE SUSURROS COMO GRITOS" por Marta Traba




Los regímenes represivos proveen a la sociedad en la que se instalan de una imagen autocoplaciente; un discurso sin grietas que se erige en la voz de los hechos, contribuyendo a la construcción de una leyenda nacional perversa. La historia oficial es un discurso monológico que aprovecha la retórica de la epopeya para legitimar el poder.

Los grupos de poder someten a nuestra cultura al «olvido obligatorio» mutilando vastas zonas de su memoria, con lo cual impiden la construcción de una continuidad histórica, basada en el conocimiento, la erección de la identidad colectiva se hace a costas de borraduras que distorsionan el imaginario social. La ficción argentina siempre se funda en la antinomia entre letra y violencia. Nació con El matadero de Echeverría para dar cuenta de la tortura y la muerte.

Nunca fue esto más cierto que durante los años de la dictadura militar cuando se intento oponer la polifonía de la escritura literaria a la naturalización de la historia propuesta por el discurso oficial. La literatura no hace otra cosa que incomodar al Poder, aquellos que tiene «fiebre en los cañones», como dice el patriarca de García Márquez, desnudan las impotencias de una palabra que se erigen en absoluta y eterna. Saberes del texto que obstaculizan la correspondencia entre palabras y cosas.

A la aseveración del discurso historiográfico el discurso literario contesta impugnando las respuestas por medio de preguntas que arrojan ambigüedad y crítica sobre un universo cuyos supuestos son la validez de verdad. Desde la dimensión del sujeto no del Sujeto, la literatura se interroga sobre la pesadilla de la realidad:» ¿Hay una historia? se pregunta el personaje de Ricardo Piglia en Respiración Artificial; . «¿Cómo hay que tomarlo, carajo, cómo hay que tomarlo?, se desgarra Irene, la protagonista de la novela de Marta Traba.

El arte narrativo apela a la memoria y al olvido para armar recorridos alternativos de la historia que cuestionan tanto la legitimidad como la formas históricas tradicionales, « La literatura instala la polisemia donde la palabra histórica fija un Sentido; conflictúa la automatización de las tramas y postula la no correspondencia entre palabra y cosa.

La narración se produce como sociología y/o antropología de imaginarios. Las tramas recogen rupturas y discontinuidades temporales y espaciales en el diseño histórico. La pluralidad cultural rompe con la hegemonía de la letra, revalorizando otros sistemas de notación. El reconocimiento de la heterogeneidad cultural cuestiona la linealidad tradicional y abre espacios a la voz y la imagen. A la historia disciplinaria centrada en el pasado como materia de la narración se agregan otras fuentes. Entre ellas la historia oral y la crónica periodística, formas ligados a la inmediatez del acontecimiento. Las novelas se alimentan de géneros no convencionales como el testimonio, cuyo contrato de lectura, sustentado en la veracidad subvierte y desliza fisuras que posibilitan lecturas activas. Las jerarquías se fracturan y permiten la emergencia de enunciados discontinuos, a veces conflictivos, que entregan discursos entrecortados en el intento de dar cuenta de lo real como múltiple, de lo histórico como huella.

La novela Conversación al Sur es un desafío al lector que se articula como antropología de un imaginario geográfico e histórico- el triángulo mortal formado por Argentina, Chile y Uruguay durante los setenta- al mismo tiempo que como escritura de resistencia desde el género femenino, subversión del androcentrismo. La novela, que se presenta conversación, se construye como testimonio de vidas: el relato habla/ escribe con historias de mujeres, dando una versión siniestra del bildungsroman .Mujeres, Historias y Familias adquieren un matiz particular.

Traba maneja tiempo y espacio narrativos como tiempo y espacio del mundo. Las últimas palabras de la palabra enuncian el final del mundo construido durante su transcurso, el advenimiento de la catástrofe suspendida por la palabra. Aunque el discurso de los protagonistas disuelve el discurso de la represión, sus cuerpos sucumben bajo su efecto.

...y así quedaron agazapadas en la oscuridad, animales atemorizados, escuchando cómo saltaba la cerradura de la puerta y cómo golpeaban sonoramente las botas sobre las baldosas de la sala...

En ese silencio absoluto el (otro ) ruido, nítido, despiadado, fue creciendo y finalmente, las cercó. ( CS, pág.170)

Si el ruido exterior mata las palabras; la violencia cercerna las vidas: lo único perdurable es la escritura como resto. Las instrucciones de la autora para atravesar el texto están el título donde los dos sustantivos trazan las líneas del itinerario del lector. Nos encontramos con una conversación, diálogo extenso y extraño, entre mujeres. Palabra, lengua , mujer son significantes asociados en la convención social que ha naturalizado la imagen femenina.

El narrador cuenta con un lector cómplice, avezado en el manejo del extratexto. Sur está asociado con fin, con orilla, con borde, con lejanía. Se convierte en representación de un triángulo cuyo vértice es la casa de Montevideo y que incluye Buenos Aires y Santiago de Chile. El espesor semántico de ese espacio es la represión de los años setenta. Una geografía interior y exterior constituida por ciudades vacías, puertas cerradas, calles desiertas, nieblas imborrables, seres fantasmales ni vivos ni muertos donde «el infierno no era una situación precaria, sino una nueva manera de vivir,» (CS, pág. 70)

El espacio exterior ( la ciudad, la sociedad) es el espacio público desde el que acecha la hostilidad de la muerte. El espacio interior( el hogar, el cuerpo) es el espacio privado en el que se secretan las palabra , desde el que se intenta la resistencia pero sucumbe a la violación. En la encrucijada discursiva el hogar y el cuerpo femenino articulan un discurso alternativo, un lenguaje de crítica a la dictadura que, aunque acaba barriendo las voces que sólo permanecen en los caracteres del papel.

El encuentro entre las dos mujeres, Irene y Dolores, es una historia que reúne otras historias que no son sino desdoblamientos o variaciones de una sola : la de la mujer enfrentando la dictadura. La historia de Luisa, la de Elena, la de Victoria, la de la nuera de Irene. El texto de Traba revierte el mito del eterno femenino, trabajando la relación entre la mujer y la Historia como una relación agónica pero activa donde la existencia se transforma en pesadilla, donde lo temporal, lo relativo predomina sobre lo espacial, lo absoluto: «vamos por partes, hermana, a ver si somos inventoras o testigos» (CS, pág. 19).

La mujer como naturaleza, la maternidad como eterno femenino, estructura de sentido propia del gender system de nuestra cultura donde el machismo y el marianismo son fecundos proveedores de mitos, que quedan desbaratos por la violencia. El cuerpo femenino como objeto de deseo se convierte, al resistir , en objeto de repudio y su carácter de portador de vida se torna ambiguo

En qué momento se dejó de pensar que dos muertos eran muchísismos muertos, o que cien, una matanza? Este punto es exactamente lo que me atormenta. Porque si ese cambio puede llegar a producirse, ya no hay ninguna distancia entre la vida y la muerte. Simplemente están juntas, simplemente son lo mismo» (CS, pág. 33)

La represión transforma al sujeto en objeto, puro cuerpo, cuerpo violentado, cuerpo torturado, cuerpo golpeado, cuerpo sustraído , cuerpo inerme. Expulsa de él todo lo que es vida. El cuerpo femenino se resiste, se rebela contra la lectura oficial convirtiéndose en testimonio. El cuerpo «roto « de Dolores, los tientos ensangrentados que la envuelven, su incontinencia, sus ojos como huecos, funcionan como palabra que escribe una Historia.

«Si imaginás de todo, lo peor, lo inverosímil, lo aberrante, te vas entrenando para la realidad. Creo que las cosas son soportables solamente si has sido capaz de imaginar algo peor» (CS,pág. 34)

Hay una permanente oposición entre el cuerpo al borde de la desaparición, barrado por la posibilidad cierta de la muerte y la espesura de los objetos del departamento de Irene, sólidos y tangibles, recortados sobre el horizonte gris y moribundo del afuera. Tanto Irene como Dolores son madres frustradas , madres sin hijos. El texto contrasta la imagen madre-vida del discurso tradicional en la asociación madre-muerte del discurso histórico. Podemos delimitar dos grupos de madres: el de las madres-hijas y el de las hijas-madres. Elena/ Irene / Luisa integran « el capítulo de las madres, el detestado y aborrecido capítulo de las madres» (CS, pág. 101)

Son las que han visto desaparecer a sus hijos y se han visto empujadas a ocupar su lugar. Desde la intimidad del espacio privado (la casa) han ganado el espacio público por antonomasia (la plaza), constituyéndose en el otro absoluto frente al país que elige ignorarlas. Lo femenino es el lugar de la resistencia, lo materno el de la Historia, opuesto a la asfixia de la represión : el vientre contra las botas, los gritos del amor contra el silencio del odio

«las palabras estaban como tajeadas por sollozos y aullidos. Me pareció oir de vez en cuando ¿dónde están?¿dónde están? pero a lo mejor lo imaginé. Sin embargo debían preguntar algo que movilizaba la cólera general, porque la masa de mujeres se movió hacia adelante como una marea... Yo hacía lo mismo que las locas, y no te puedo decir lo que sentía; como si me estuvieran por arrancar las entrañas y me las agarrara con una fuerza demencial para salvarlas» (CS, pág.89)

En el límite entre lo humano y lo animal la mujer se convierte en entrañas, rescatando lo humano a partir de lo biológico. Es por medio de la palabra («esa presencia hecha de ausencia « según Jacques Lacan) que se produce el encuentro con la Historia. La palabra es rescatada por la letra que la simula, la fabula.

El segundo grupo tiene su centro en Dolores y está integrado por Victoria y la nuera de Irene. Son las hijas-madres que han perdido a sus hijos voluntaria o involuntariamente. La imagen materna llega al límite de la degradación con la tortura. Las jóvenes han pasado del «juego al exterminio « con un siniestro desprecio por la vida han sustituido el entusiasmo por el escepticismo.

«Ahora vivía (Dolores) tratando, al tiempo, de olvidar y de vengarme, lo cual era imposible porque, para vengarme, no podía olvidar...

...O debía reconstruirme otra vez y otra vez en la cama del hospital, con el cuerpo roto a patadas...pensando lentísimamente,len-ti- si-ma-men-te:¿na-ció?¿a- qué - hora?

-Ah,la niña, casi del todo formada» ( CS,pág. 133)

« Esas cosas pueden ocurrir, continuaba Dolores, lo importante es sobrevivir y cuando esto te pasa, ya no sos el mismo, ¿viste? Es algo muy raro, algo como si al mimo tiempo te hubieran reventado de por vida te regalaran la inmortalidad» (CS, pág. 46)

El espacio masculino es ocupada por la represión y el silencio de la muerte : los militares, los policías, los torturadores, los burócratas . Los padres no actúan o, como el padre de Victoria, conciente o inconcientemente, entregan a sus hijos. Aún el padre de Andrés y los personajes jóvenes son fantasmales y monológicos.

La relación mujer-mujer o mujer-hijo es la relación más duradera y profunda. A la larga, el único espacio seguro de vida y de resistencia. Se plantea el problema de identidad en los personajes que no se sienten seguros de quiénes son, pero sus dudas se extienden a la identidad y del grupo como comunidad y del sexo como género. La realidad ha hecho estallar los moldes tradicionales : las fotos de Irene y de sus padres sobre los muebles. La identidad social y nacional legitimada por el Poder es un discurso de ocultamiento. La fundación de la sociedad sobre el triunfalismo supone la constitución de un imaginario liberal desde los grupos de poder que ejercen la violencia y la muerte- «Argentina,!Campeón!-¿Campeones de qué¿.ler pregunto, solamente por molestar. Pero siento que se produce un silencio. Campeones de todo. me contesta»( CS, pág. 33)

Las historias de mujeres es rescatada por una narrativa de tonos menores, tradiciones orales y espacios privados. Como señala Ann -Louise Shapiro , la escritura masculina construye su linaje en la letra mientras la escritura femenina lo imagina en el espacio de la voz y del cuerpo. La escritura pregunta sobre la identidad genérica y nacional.

Las historias de vida polemizan desde una palabra política diferente. Se interpreta la Historia desde la relación entre espacio público y espacio privado y la determinación de género. El exilio se produce en el retazo, en la imagen, en la palabra, en la miniatura en la obra En estado de memoria de Tununa o En cualquier lugar de Marta Traba. El cuerpo como cárcel es trágica alegoría de la condición femenina y chilena en Para que no me olvides de Marcela Serrano. Ana María del Río, en Tiempo que ladra, trabaja la historia nacional desde la novela de aprendizaje. Diamela Eltitt en un discurso delirante y opresivo hilvana cuerpo y sociedad. En escrituras como las de Gioconda Belli, Ángeles Mastretta; Laura Esquivel, Alicia Yañez Cossío, Ängela Abreu y Elena Poniatowska las mujeres emplean fórmulas, discursos; canciones o recetas de cocina y reclaman el poder de interpretar la realidad nacional rescatando saberes.

Como Dolores en sus poemas, como Victoria con sus dibujos, como Elena con sus gritos, como Irene con su teatro, Marta Traba busca mostrar lo negado, se arriesga con el dolor, con la tortura y con la muerte, con su discurso bordea lo insoportable de la realidad de la dictadura . Sus palabras dejan asomar lo indescriptible, lo no literario A veces se refugia en "las fulguraciones" de una letra transformada en cuerpo, otras ficcionaliza los registros de una voz siempre en fuga. La escritura es atravesada por el arte de lo mínimo al que Tununa Mercado define como "capacidad de llevar el discurso elocuente de la pareja, del juego, del transcurso (que es infinitud ) de conducir toda una dialéctica y con toda la ambición que esto implica, a una simple cuenta de hilos. El prodigio: hacer (decir) lo más con lo menos"

La ficción aprovecha los restos, los gestos, economiza imágenes, tranbaja con los silencios, con los susurros. Y expone su justificación, la de Irene/Marta : Me he ido comprometiendo por mi cuenta y riesgo y no porque aprobara lo que estaban haciendo ustedes, no, la mayoría de las acciones me resultaban bastante disparatadas y siempre ineficaces, sino prque empezó a jugarse esa cosa nueva: me refiero a la compasión, a la solidaridad con el otro ¿Se perdió del todo la lástima por el otro ¿ Porque si se perdió es como si una sociedad entera se hubiera vuelto inhumana,¿no te parece?» ( CS, pág.167)


Carmen Perilli











Bibliografía
Franco, Jean, Plotting Women. Gender and representation in Mexico, N Y:, Columbia, Univ,Press, 1989

Hayden White, Tropics of Discours. Essays in cultural criticism, Baltimore and London: The John Hopkins University, 1987.

Mercado, Tununa, La letra de lo mínimo, Rosario: Beatriz Viterbo, 1994, pág. 77..

Perilli, Carmen, Las ratas en la torre de Babel, Buenos Aires: Letra Buena, 1994.

Historiografía y ficción en la narrativa hispanoamericana, Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1995.

Shapiro, Ann «Introduction: History and feminist theory or talking back to the beadle History an feminist theory"ed, Ann Lousie Shapiro, History and Theory, Studies in the philosophy of History, USA: Wesleylan University, 1992.

Traba, Marta, Conversación al Sur , México, Siglo XXI, 1.984.

No hay comentarios: