sábado, 17 de abril de 2010

"VIDA Y CONTEXTO" por Darío Yancán.


SOBRE EL FILM “TRIUMPH DES WILLENS” DE LENI REISFENSTALH. Producido por el Órgano de Difusión del NSDAP – Partido Nacionalista de los Trabajadores Alemanes.

El acto de ser parido, el nacimiento, el nacer, una circunstancia tan involuntaria como indeseada por el recién nacido, introduce al individuo en una problemática no deseada.
Una vez nacido, se inicia el proceso de socialización que carga sobre el individuo, las más diversas pautas de vida preestablecidas y moldeadas por tradiciones ancestrales. Se le impone una Ley, una religión, un Gobierno, una conducta aceptable, un rol derivado de la sexualidad, un tributo.
Ahora bien, me animaría a apreciar que estaríamos en un mundo de libertad si quedara reservado un espacio o territorio de independencia dentro del cual se pudiera optar por el apego a la Ley o no…
Partamos de una base… No existe opción ni alternativa. La sola existencia de un Estado, es El acto totalitario absoluto por excelencia.

Los sistemas socio-políticos son puros emergentes de la sociedad que los engendra y vienen a dar respuesta a la coyuntura específica del instante. El Estado emergido de cierto y dado sistema político, no es más que una materialización de esa sociedad. Entonces, la empatía entre sociedad y formas resultantes es tan estructural que forman parte de un mismo origen, veo imposible e inespecífica una apreciación desde una mirada material del sistema sin una valoración contextual.
En “Los orígenes del Totalitarismos”, Hannah Arendt plantea en el prologo a la tercera parte, esta cita referencial n° 1:
“resulta, sin duda, muy inquietante, el hecho de que el gobierno totalitario, no obstante su manifiesta criminalidad, se base en el apoyo de masas. Por eso es apenas sorprendente que se nieguen a reconocerlo tanto los eruditos como los políticos, los primeros por creer en la magia de la propaganda y el lavado de cerebros, los últimos por negarlo simplemente… Una reciente publicación de los informes secretos sobre la opinión pública alemana durante la guerra del 39/44 realizado por el servicio de Seguridad de las SS…, resulta muy reveladora al respecto. Muestra en primer lugar, que la población se hallaba bien informada sobre los llamados secretos -matanzas de judíos en Polonia, la preparación de un ataque a Rusia, etc. – y en segundo lugar, el grado en que las víctimas de la propaganda permanecieron capaces de formar opiniones independientes.”
Y de ambas revelaciones, asumo la responsabilidad, a la par de la parte humana del animal hombre, de saber, lo cual invalida el argumento anmistiante de considerar a la ignorancia como salvoconducto.
No hay inocentes.
En materia de conformación social, no existen inocentes y menos ignorantes perdonables. Pues todos los integrantes de una sociedad son quienes marcan el pulso de la misma, le piden y sustentan. Hablar de anmistias sociales en base al desconocimiento es generar una doble cualidad de ciudadanos, cosa que no sería apelada por este trabajo si y sólo si, existiera espacio de fuga.
Y no me estoy refiriendo a la participación activa material en la ejecución de las ideas sociales. Existe todo un sustento generalizado (lo que Marx denominó como GENERAL INTELLECT) que subyace como un fantasma sobrevolando la cotidianeidad de la sociedad. Tan fantasmagórico y sin sentido como los sentimientos de nacionalidad y pertenencia a la comunidad (comm-unit, común unión), tema que sería meritorio de un trabajo específico.
Y como desde el punto de vista del comportamiento social, la ajenidad es una posición política determinada, quien cree que se mantiene a una distancia en realidad, está en el centro de la decisión.
La onmipresencia de la sociedad y por ende el Estado, no dejan resquicio en donde el individuo puede ocultarse al margen de los hechos. Así, tanto la sociedad alemana de los ´30 como la argentina de los ´70, no fueron ni son inocentes de lo acontecido. Tanto Nuremberg como el Nunca Más, fueron dos pasos inmensamente insuficientes para desentrañar el origen del Totalitarismo del Estado, para poder mostrar la cantidad de conscientes responsable de lo vivido.
La huida hacia la ignorancia es una ficción que sólo habla de los estrechos límites con que se decide a vivir una sociedad.
Vida vivida en un contexto. Contexto cotidiano, contexto vivo-vivido.
Un contexto tan persecutorio de lo judaico como de lo ario. Giorgio Agamben, en su trilogía “HOMO SACER” referencia a la forma de inclusión exclusiva. Un algo, incluido con único fin de ser excluido.
Una inclusión que sólo tiene sentido en “el no ser”. Y ese no ser le da entidad a lo que se halla por fuera de los parámetros de lo debido y de lo querido, donde el ser ario es tan excluyente como el ser judío. Así llegamos a sociedades donde es casi tan fundamental el no ser como el ser, donde cada uno ocupa la mitad complementaria del horizonte. Y a la vez una sociedad donde se compone y dedica a referenciar las figuras (penales, sociales, raciales) que han de ser rechazadas o que se construyen desde la negatividad. No ser gitano, no ser comunista, no se homosexual, no ser judío, no ser discapacitado y donde luego de de terminar planteados todos los no ser, la condición de existencia se reduce al resquicio de habita las grietas entre todas las negatividades.
UNA SOCIEDAD DONDE SER ES EL RESTO DEL NO SER.
Quiero señalar, que más allá del tiempo que la legislación contenga la excepción, la Primera y Segunda Guerra Mundial marcan un punto de quiebre y una aceleración en el establecimiento de este mecanismo y su imposibilidad de cancelarla por parte de los órganos institucionales competentes.
Coinciden emergencia militar y crisis económica como la característica política del siglo XX, pero también los deseos y el determinismo político de una lógica (de la excepción o excepcionalidad) en donde los más radicales comportamientos son llevados adelante. No por casualidad a los hombres a los que se les cancela radicalmente todo estatuto jurídico de un individuo transformándolos en seres jurídicamente innominables e inclasificables (homines sacri), que son aquellos que quedarán dentro de la lógica y el dominio del estado de excepción y que por ello están dentro de la misma lógica en los Lager nazis, «quienes habían perdido, junto con la ciudadanía, toda identidad jurídica, pero mantenían al menos la de ser judíos» (que además por eso estaban allí; o sea, solamente mantenía aquello por lo que eran excluidos de la condición del ser político y reducidos a la condición de vida biológica).
Podría argumentar entonces, que el estado de excepción es la estructura originaria en la cual el derecho incluye en sí al ser viviente a través de su propia suspensión.
Es el dispositivo biopolítico por antonomasia para el control del Estado sobre su población desde el periodo que marca inicio con la Segunda Guerra Mundial.

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