domingo, 22 de mayo de 2011

"EL ESPACIO DEL PASADO: CÓMO LIDIAR CON LO EXISTENTE" Por Anatxu Zabalbeascoa

Buena parte de las obras de los próximos años deberán mejorar, ampliar, actualizar o remodelar edificios existentes. Así, muchos arquitectos se preguntan cómo lidiar con lo que existe, cómo hablar a edificios de otras épocas y cómo convivir con inmuebles preparados para otros usos y construidos para transmitir otros mensajes. Seis arquitectos en activo de diversa obra, ideología, situación profesional y económica responden a esta pregunta. Abrimos el debate a arquitectos y no arquitectos.




Emilio Tuñón y Luis M. Mansilla:
Lo existente es el marco de actuación del arquitecto. Para la producción de la arquitectura, el respeto a ese marco es fundamental, tanto hablando en términos relativos al paisaje, como a la ciudad o al contexto histórico. Pero es fundamental entender que lo existente no se refiere exclusivamente a una realidad física material, sino que existen otro tipo de contextos más amplios que están ligados a lo intangible... es lo que nosotros llamamos el “concepto ampliado del contexto”: la memoria individual y la memoria colectiva, los anhelos de las personas y las necesidades de la sociedad, los lenguajes individuales y los lenguajes universales...
Para nosotros la mejor manera de trabajar con el contexto supone una doble actitud. Por una parte el respeto a lo existente, ya sea tangible o intangible, y por otra la asunción de la responsabilidad que tenemos los arquitectos de construir los soportes donde se desarrollan las actividades de las personas, y por extensión de las sociedades, con el optimismo de un mundo mejor, necesariamente múltiple y diverso.
Porque no existe pasado, presente y futuro, sino presente del pasado, presente del presente y presente del futuro.



FOTO: ROLAND HALBE
Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano:Intervenir en un edificio ya existente exige tomar postura ante su transformación en el espacio y en el tiempo: consiste en última instancia en desvelar las leyes que la generaron y ser consciente de cómo se transformó a lo largo de su historia. Nos gusta imaginar que todo edificio es capaz de narrar cómo actuar en/sobre/junto a él: tan solo debemos saber leer las instrucciones que nos indican cómo extenderlo, envolverlo, vaciarlo, cubrirlo o fragmentarlo.
La idea del arquitecto como único responsable intelectual de un edificio se pone en cuestión al intervenir en un proyecto concebido previamente por otros, y ahí entraña la dificultad y la singularidad de la arquitectura frente a otras artes: nadie comprendería que un artista modificara una obra ajena en el campo de la música, la pintura, la literatura o el cine, pero todo el mundo acepta que un edificio puede ser modificado por otro arquitecto en algún momento de su historia.

Proyectar/rehabilitar/transformar arquitecturas preexistentes significa descifrar las intenciones de quien las proyectó en otro tiempo, ser capaz de interpretar un edificio como la suma de diferentes textos yuxtapuestos. Como aquellos libros que narran una historia dentro de otra y así indefinidamente, la transformación o ampliación de una obra arquitectónica se parece a la inserción de un nuevo capítulo en un texto siempre inacabado. Reconstruimos con otras palabras ideas que ya estaban presentes: recomponemos nuevos espacios que nosotros vemos y que probablemente el autor del proyecto original nunca imaginó así, al igual que hacemos nuestros los concebidos por otros antes que nosotros. La mejor manera de trabajar sobre lo ya existente es, en nuestra opinión, aproximarse a cada nueva situación sin juicios preconcebidos.


Ricardo Flores y Eva Prats:
Trabajar en edificios antiguos tiene algo de estar de segunda mano, en sitios en cuya creación no has participado, jugando el papel de observador. Así, el trabajo comienza observando... cosas que han hecho otros, y que puedes juzgar desde fuera. Observas dibujando, lo registras todo, lo que te gusta y lo que no... hasta que pasa a ser un dibujo propio, un proyecto tuyo, que comienzas a modificar, adaptándolo al nuevo programa.
Nuestra manera de trabajar en edificios existentes es trabajar a partir de lo que nos encontramos, estirando, amplificando sus cualidades. En este sentido, este trabajo tiene algo de ir transformando unas cosas en otras, dibujándolo todo como un dibujo (o pensamiento) continuo, donde una cosa lleva a otra, hacia atrás y hacia adelante en el tiempo... borrando las distancias físicas y temporales. El libro Las Metamorfosis, de Ovidio, es una buena lectura sobre este tema.


Íñigo García, Tomás Valenciano, Jon Muniategiandikoetxea, Javier Ubillos y Marta Álvarez, de VAUMM:

Para nosotros lo existente es la realidad en la que se desarrolla y opera la arquitectura.
En el proyecto lo existente es el contexto, mostrarse respetuoso con la topografía, reinventar lo vernáculo, tal vez contrastar el paisaje o crear un nuevo lugar. Se trata de leer las condiciones de entorno e integrarse en él respetando los equilibrios del contexto. Se trata de proponer algo nuevo dentro del proceso continuado que ha generado ese entorno. No existe el papel en blanco. Nos gusta lo que decía Oteiza, el que avanza creando algo nuevo lo hace como un remero, avanzando hacia delante pero rema de espaldas, mirando hacia atrás, hacia el pasado, hacia lo existente para poder reinventar sus claves.


Sara de Giles y Pepe Morales, de MGM:
El proyecto de ampliación o intervención sobre lo ya existente arranca, la mayoría de las veces, sobre una arquitectura en desuso, obsoleta o abandonada. Intervenir sobre estas preexistencias conduce a tener que reinterpretar los espacios y las historias; pero siempre es una interpretación, no un seguimiento fiel al dictado que los restos “oficiales” nos proponen.
El objetivo de esta interpretación es que dicha arquitectura vuelva a la vida hoy, dando respuesta a los requerimientos espaciales y de uso de nuestros tiempos.
En vez de la intervención de oficio, sobre las arquitecturas, proponemos, en coherencia con todo aquello que nos vamos encontrando en la obra, abandonar el proyecto hacia una búsqueda de las sugerencias de los restos, siguiendo los fenómenos y las sensaciones a través de las ruinas, o en su caso, a partir del edificio de partida.
La posible lógica de este proyecto, es decir el criterio de intervención en estas situaciones, consistiría en descubrir espacios, texturas y materialidades. Escuchar entre los muros, averiguar entre las luces, o torciendo el rumbo de los restos averiguados.
Se trataría de hacerle el juego a este encuentro fortuito entre cuerpos, espacios y atmósferas. Este proyecto, (como documento técnico que precede a la obra a ejecutar), no existe; es preciso descubrirlo en cada visita de obra, en cada abandono, en cada rumbo.


Vicente Guallart:

La ciudad es energía informada, una acumulación de esfuerzo humano y material construido a lo largo de siglos. La ciudad y la arquitectura del siglo XX fueron estructura y función. En el siglo XXI se les superpondrá un metabolismo. La arquitectura, como la naturaleza, tiende hacia la autosuficiencia, a partir de la regneración de edificios y ciudades construidas sobre las que se aplicara la lógica de producción distribuida de la sociedad de la información.
La arquitectura y la ciudad se construyen, se deben construir, no tanto para lograr la eficiencia de un sistema abstracto, sino para el bienestar del hombre.

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