lunes, 10 de octubre de 2011

"MODELO RUSO" por Jorge Fontevecchia.



El modelo es simple: un gobierno con muchos recursos induce a empresarios que sean contratistas, concesionarios o tengan sus actividades reguladas por el Estado, a comprar medios de comunicación para ponerlos a su servicio. Así, sin necesidad de entrar en conflicto con los organismos internacionales que defienden la libertad de prensa, ni de tener que cerrar o nacionalizar medios, se consigue influir sobre la mayor parte de los periodistas cuyas fuentes de trabajo estarán en manos de personas afines al gobierno. En lugar de comisarios políticos, empresarios políticos.

Salvo excepciones, como todo el Grupo Clarín, los medios son empresas pequeñas o a lo sumo medianas, comparadas con las empresas más grandes del país. Y más insignificantes aun respecto al presupuesto del gasto público. Para dar una idea de proporciones alcanza con el caso de Electroingeniería, la empresa que realiza obras públicas y que a partir del kirchnerismo ha crecido geométricamente.

Hace unos años, Electroingeniería compró Radio del Plata desembolsando 20 millones de pesos y ahora sorprende gratamente a artistas y periodistas invirtiendo 150 millones de pesos para costos de producción anuales en el canal nuevo de televisión digital 360 TV; o sea, más que muchos canales abiertos para una señal que inicialmente verá muy poca gente.

Parece mucho, pero en sólo una obra –la recientemente inaugurada Atucha II, que terminó costando en la etapa kirchnerista 2.100 millones de dólares en lugar de los 450 millones que había previsto De Vido en 2003 o los 700 millones que recalculó en 2006–, Electroingeniería tuvo el 85% de todos los contratos.

Como comparación, aunque arbitraria y con el solo fin de ser más didáctico, con el 10% de esos 2.100 millones de dólares; o sea, casi 900 millones de pesos, se pueden comprar seis canales 360 TV y 45 radios Del Plata.

Esta semana se habló de Cristóbal López, otro empresario kirchnerista con negocios vinculados al Estado, porque le atribuyen estar negociando la compra del diario Ambito Financiero tras haber fracasado en el intento de adquirir las acciones de Daniel Hadad en C5N y sus radios 10, Vale, Mega y Pop. Casualmente, las 150 toneladas de hierro con las que estaban construidas las antenas de estas dos últimas radios de Hadad se desplomaron el fin de semana pasado, en un confuso episodio que se atribuye a presiones sobre Hadad para que venda (y no al precio que él pretende). A Cristóbal López le “faltaría” algún medio nacional porque ya ha comprado varios en su provincia, Chubut, donde el gobernador fue recientemente electo como opositor al kirchnerismo pero ahora anunció que se alineaba al oficialismo.

Llevarle como trofeo de caza un medio a la Presidenta –la en Argentina– o al presidente –en el caso de Rusia– es la actividad extracurricular más de moda entre algunos empresarios de estos dos países. Las similitudes no se limitan a eso. El tratamiento de los medios es una consecuencia de coincidencias estructurales mucho mayores, todas tendientes a cierto grado de autoritarismo.

Con sólo cuatro años de diferencia, ambos países pasaron por los dos mayores defaults de deuda y una maxidevaluación que multiplicó en un mes el precio del dólar por cuatro, generando en la población un miedo traumático a la pérdida de la bonanza económica que hoy gozan. Ambos países tienen un gran territorio despoblado y son ricos en materias primas que pueden exportar, y sus economías se beneficiaron enormemente en los últimos años por el aumento de las commodities. En ambos países los partidos de oposición tienen intenciones de voto muy inferiores a las del partido gobernante, que se mantiene en el poder alternando dos figuras: en Rusia, cuando Putin agotó todos los períodos constitucionales de reelección, se eligió presidente a su jefe de Gabinete y el propio Putin pasó a ser jefe de Gabinete. Después de un período así, ahora será nuevamente presidente de Rusia Putin y el actual presidente, Medvédev, volverá a ser su primer ministro. En la Argentina también se habló esta semana de una reforma constitucional que permitiera a Cristina Kirchner continuar como jefa de Estado. Si en 2015 su popularidad siguiera siendo tan alta quizás analice imitar a Putin dejando por un período a algún técnico de su confianza, conservando ella el verdadero poder, como lo tuvo Néstor Kirchner cuando dejó de ser presidente.

Alinear a los medios con el gobierno no es una política aislada sino consecuencia inevitable de un sistema con orientación autoritaria. En la reunión anual de la Asociación Mundial de Diarios que se realizó en Moscú (WAN) en 2006, recuerdo que el CEO de dos de los principales diarios rusos me dijo apesadumbrado que ya no aguantaba más las presiones del gobierno que lo maltrataba por cualquier detalle que le molestara de lo que había salido publicado. Esos dos históricos y emblemáticos diarios rusos habían sido comprados para agradar a Putin por el mayor productor de aluminio del país, cuya rentabilidad dependía de que el gobierno colocara o no retenciones sobre las exportaciones, o no le autorizara aumentos de precios o giros al exterior con la distribución de dividendos. Para dar una idea, y nuevamente se trata de un ejemplo arbitrario y con fines didácticos, sería una empresa rusa comparable con YPF de la Argentina. Sus ventas eran de varios miles de millones de dólares por año; qué le importaba perder “sólo” 10 millones para dejar contento a Putin con dos diarios.

Dicen que Menem, en las visitas oficiales donde llevaba una amplia comitiva que incluía a los principales empresarios argentinos, solía pararse frente a la vidriera de la joyería del hotel donde estaban hospedados para ver cuánto tardaban los empresarios, y cómo se peleaban entre ellos, para correr a comprar lo que él estaba mirando y regalárselo. Menem era frívolo y por eso relativamente poco ambicioso. Putin tiene gustos que pueden no tener precio. O si la metáfora fueran las joyas, lo que quiere es un buen collar hecho de medios de comunicación, uno a uno enlazados en el control oficial.

La publicidad oficial para amansar a los medios existentes fue el primer escalón. La publicidad oficial para financiar medios nuevos, el segundo. Los subsidios para directamente comprar contenidos –fútbol o ficción para todos–, el tercero. La cuarta fase podría ser directamente comprar los medios y blindarse frente a las crisis.

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